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"No pretendo ser cruel pero te diré exactamente cuáles creo que son tus defectos y espero sinceramente que lo tengas en cuenta. Como la mayoría de las personas, no puedes hacer frente más que a un temor durante toda tu vida. También te pasas la vida huyendo de tu primer temor a tu primera esperanza. Ten cuidado, no vayas a acabar, por tu propia astucia, en el mismo punto del que partiste. Te aconsejo que no te pases la vida rodeándote de las cosas que consideras necesarias para tu existencia, al margen de que sean o no objetivamente interesantes por sí mismas o incluso para tu intelecto particular. Sinceramente creo que sólo las personas que alcanzan la etapa en la que les es posible combatir una segunda tragedia interior, y no una y otra vez la primera, son dignas de llamarse maduras. Cuando creas que alguien está progresando, asegúrate de que no está quieto en realidad. Para seguir adelante has de dejar atrás cosas que la mayoría de las personas no están dispuestas a dejar. Llevas en el pecho la primera pena como una piedra imán porque de ella emanará toda la ternura. La llevarás contigo toda la vida pero no has de dar vueltas a su alrededor. Tendrás que renunciar a la búsqueda de los símbolos que sirven sólo para ocultarte tu rostro. Te harás la ilusión de que son dispares y múltiples pero son siempre los mismos. Si sólo te interesa una vida soportable, quizás no te concierna esta carta. Dios mío, ver partir un barco sigue siendo algo maravilloso. "
Dos damas muy serias (Jane Bowles)
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